El cumpleaños número 18 de la princesa Leonor, era para ella uno de los días más importantes, no sólo por su papel como heredera al trono, sino también porque es la edad en la que toda joven adolescente quiere llegar para sentirse independiente de sus padres, situación que será muy difícil en ella por ser la hija del rey Felipe VI y la reina Letizia.
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Ese día que se supone debería celebrarse con todos los honores y ser el más feliz para Leonor de Borbón y se vio empañado por 3 escándalos familiares que provocaron enfado en la heredera al trono, el más llamativo e inesperado de la jornada fue el enfado de Letizia.
Letizia y su seriedad
Nada más llegar al Congreso, doña Letizia estaba especialmente tensa y sin ocultar su seriedad. La reina contenía su emoción en todo momento y no se dejó llevar como en estos últimos tiempos, en los que la naturalidad y el desparpajo ha sido protagonistas de sus apariciones.
Mucho se ha comentado desde el pasado 31 de octubre si la importancia y el peso del acto, un día histórico y en el que todo el mundo tenía puesta la mirada en su hija y su familia, superaron por completo a la reina, aunque luego se supo que algún problema de salud y malestar físico podría haber sido el motivo de su rostro serio y desencajado, reseñó la revista Lectura.
La reina Sofía relegada
El segundo enfado fue protagonizado por la reina Sofía, quien soltó algunas lágrimas unas horas antes de la jura de la Constitución de Leonor en las Cortes y también con la noticia de que había sido ‘apartada’ del acto, al igual que los padres de doña Letizia. Los abuelos de Leonor no estaban invitados al acto para no hacer distinciones con el rey Juan Carlos, cuya presencia habría causado un gran revuelo.
Para evitar la polémica se decidió apartar a los cuatro abuelos, aunque sí estuvieron en la celebración privada que reunió a la familia casi al completo en el Palacio del Pardo. Esto habría desencantado a la reina Sofía, que siempre ha acompañado a sus nietos en los momentos más importantes.
Juan Carlos vino y se fue
El tercer enfado lo protagonizó su abuelo Juan Carlos, pues no fue invitado a los actos y quedó relegado al lugar que ocuparon los padres de Letizia, algo que no recibió con agrado.
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Además, el emérito ni siquiera pernoctó en España. Una vez terminada la celebración privada del cumpleaños, cogió un vuelo e hizo noche en Londres. Este habría sido, de hecho, el gesto que peor le habría sentado.
El rey emérito habría querido dormir en la que fue su casa durante décadas. Así lo habría hecho saber, consciente, es de suponer, de la imposibilidad de sus deseos.
Una vez terminada la fiesta, cogió las maletas rumbo a su residencia en Emiratos. El padre del rey Felipe se habría disgustado porque cuando se encuentra en Madrid le gustaría poder quedarse “en su casa” y no tener que desplazarse.