El amor por las mascotas no tiene límites y así lo demostró la madre de dos niños que desde hace 8 años tienen a su perro Buddy, staffordshire bull terrier, a quien le diagnosticaron una terrible enfermedad y el veterinario recomendó dormirlo.
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“No podría haberlo puesto a dormir, es como otro hijo para mí”, dijo Joely Eaton, una mujer de 29 años y madre de dos pequeños.
Resulta que Buddy empezó a tener dolor en una de sus patas y a cojear. Joely pensó que simplemente se había lastimado al saltar la valla de su casa, por lo que lo llevó al veterinario, quien le dijo que probablemente le dolía y estaba con artritis debido a su edad.
Tras un tratamiento con antiinflamatorios, el can no mejoró. “Ya no apoyaba la patita y sentía mucho dolor”, explicó en entrevista al diario Daily Mail.
“El veterinario me dijo que el peor de los casos puede ser un tumor óseo, pero, por supuesto, no pensé que lo fuera. Entonces me llamó justo cuando me estaba preparando para ir a buscar a los niños a la escuela y me dijo: ‘No son buenas noticias, es un tumor óseo’”, precisó.
Dormirlo no, luchar sí
El veterinario le comentó que, si quería dormirlo, aprovechando que estaba sedado tras unos exámenes que le realizaron a la mascota y la mujer se negó a ese procedimiento.
“Ni siquiera lo despertó de la sedación, me preguntó si quería dormirlo ahora y dijo que, de lo contrario, tendría unas dos semanas con él. Yo estaba como ‘no’. Los chicos no podían venir conmigo a dejar al perro y luego no recogerlo. Le dije que vendría y lo traería a casa”, agregó.
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Joely no se rindió y viajó más de 60 kilómetros para ver a un especialista, quien le hizo una tomografía computarizada, descubriendo así que, por suerte, el cáncer aún no se propagaba a sus pulmones.
Costos y sacrificios para salvarlo
Pero el tratamiento y la operación a la que debía someterse Buddy eran muy costoso y sólo tendría probabilidades de vida de 18 meses, lo que para Eaton fue una buena noticia tener a su mascota por un tiempo más.
“Acabo de decirles que lo hagan, no me importa. Mientras esté con nosotros, no me importa”, manifestó.
Para lograrlo, Joely sacrificó la Navidad de sus hijos y operó a Buddy y ya está en tratamiento de quimioterapia para detener el avance de la enfermedad.
“Acabo de decirles a los niños que la Navidad no va a ser tan buena como cada dos años. Tenemos a Buddy y eso es todo lo que importa”.
La mujer no se arrepiente de su decisión y aseguró que sus hijos están felices de poder ayudar de alguna forma para que Buddy se recupere.