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La dramática película basada en una historia real que es una de las joyas de Netflix

Se trata de “La Excavación”, la historia real del hallazgo arqueológico de Sutton Hoo en 1939

La dramática película basada en una historia real que es una de las joyas de Netflix
(Foto: Netflix)

Dentro del catalogo de Netflix hay una película, estrenada en 2021, que es una joya. Se trata de “La Excavación”, la historia real del hallazgo arqueológico de Sutton Hoo en 1939, basada en la novela escrita por John Preston en 2007.

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La producción se tomó varias licencias sobre lo sucedido, incluyendo por ejemplo una subtrama romántica que en su salto a la gran pantalla acaba lastrando a una cinta que por lo demás es un notable drama histórico.

Estamos ante una película muy reposada que confía sobremanera en el trabajo de sus actores. Durante la primera parte de sus casi dos horas de metraje, el protagonismo recae de forma casi absoluta en Carey Mulligan y Ralph Fiennes como la viuda y el excavador autodidacta que contrata para que revise su finca.

El amor y la arqueología

Según el portal Spinoff, al pasar los minutos, se define en paralelo la estrecha amistad que surge entre ambos con los progresos en la excavación.

Ahí ‘La excavación’ no toma atajos innecesarios, ya que al mismo tiempo que se desentierra un descubrimiento arqueológico, también puede decirse que se hace lo mismo con las emociones de sus dos protagonistas y la propia situación histórico del país en los albores de la II Guerra Mundial.

Carey Mulligan interpreta a Pretty y Ralph Fiennes a su tímido pretendiente arqueólogo, Basil Brown, con un potencial romance que bulle entre los dos a medida que avanza la excavación.

Completan el reparto Lily James y Johnny Flynn , que interpretan a la arqueóloga Peggy Preston y al sobrino de Pretty, Rory Lomax, respectivamente; la película sugiere una relación romántica entre ambos, a pesar de que Preston está casada con el personaje de Ben Chaplin, Stuart Piggott.

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El amor platónico en la vida real

Según la revista Vanity Fair, en la vida real, el amor entre Pretty y Brown era platónico, y los dos nunca fueron pareja. Los presentaron después de que ella mencionara los montículos que había en su jardín al historiador Vincent Redstone, que la puso en contacto con Gus Maynard, del Museo de la Corporación Ipswich.

Este le recomendó a Brown, a quien contrataron para trabajar en una excavación durante 15 días a razón de 30 chelines a la semana y alojamiento, una habitación que compartía con el chófer de Pretty.

Al cabo de unos días, descubrió los restos de 90 pies de un barco anglosajón, que se creía había sido enterrado junto a su rey. En su interior había valiosas piezas antiguas –muchas de plata y oro perfectamente conservadas– que databan del siglo VII.

Como propietaria de la tierra, Pretty donó rápidamente todo el tesoro a la nación, y posteriormente se expuso en el Museo Británico. Sir Winston Churchill se ofreció a concederle el CBE por su contribución a la arqueología, pero ella se negó. Murió a los 59 años en 1942, mientras que Brown murió a los 90 en 1977.

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